Aprendí

Pies y tras pies,

chocando con heridas.

Sorprendida de lo cruel y

mala que puede ser la vida.

Paso y tras pasos,

que te choca y te golpea,

riéndose de tu vida.

Refugios buscados,

refugios encontrados,

en donde descansar,

regazos, en donde confiar.

Amores llegan y otros se van,

brazos que te calientan,

pero que también te entierran el puñal.

Refugios, refugiantes,

y embriagantes.

Hambrientos de carnes débiles,

y de sangre.

Dar vueltas, en medio de confusiones,

dar vueltas y no querer salir de las aflicciones.

Hasta el día que escuchas una voz,

reconocida que te llama,

y te abre la puerta para volver.

Mas bien para salir del refugio,

salir y volver al lugar de ti.

Volver a aquel lugar de donde salí,

volver hacia el objetivo para el cual nací.

Ya es el tiempo, se oyen las campanas,

que te llaman...

¡ Ya es el tiempo, vuelve al redil !

Dejar a un lado los poetas,

y volver para escribir,

escribir para aquello,

para lo cual nací.

Volver a aquel aroma sombrío y dudoso,

volver a aquel lugar, con las herramientas

que he aprendido y ganado,

en la batalla del refugio.

No podré dejar a un lado a los poetas,

poetas con quienes aprendí,

aprendí a escribir con rima,

con lira y canciones,

dedicadas al buen vivir.

No podré dejar a mis amigos poetas,

con quienes he aprendido

a escribir lo que siento,

cuando de ellos bebí.

Vuelvo a mi lugar, ¿cómo no?

pero vuelvo acompañada

de éstos mis amigos, los poetas,

que me enseñan a escribir.

M.